Masaru Emoto y los mensajes del agua

Si has leído algún artículo sobre el descubrimiento de Masaru Emoto acerca de la reacción que tienen las moléculas del agua ante las palabras, podrás entender que ese elemento tan común para nosotros aunque tan escaso para otros, tiene un enorme poder de transformación.

Masaru Emoto nac en Yokohama en 1943, dedicándose a la investigación de distintos tipos de agua. En 1994 tomó unas muestras de una fuente de agua pura en Japón, congeló unas gotas y las examinó bajo un microscopio electrónico. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cristalinos parecidos a copos de nieve. Emoto tomó entonces agua de un río contaminado, la congeló, fotografió unas gotas y comprobó que la imagen que aparecía en ellas no era un hermoso hexágono sino una forma desestructurada, como si el agua fuera sensible al entorno donde se halla.

Continuando con sus experimentos, expuso el agua a distintas palabras, pensamientos y emociones, positivas y negativas. Los cristales del agua que formaban al congelarse después de haber sido sometida a términos bonitos, meditaciones, ciertos estilos de música o simplemente una buena intención adquirieron formas parecidas a joyas, copos de nieve de armoniosas geometrías. Sin embargo, las expuestas a palabras malsonantes, pensamientos negativos, etc., se mostraban deformes y de aspecto desagradable.

Si nuestro organismo está compuesto en más de un 70% de agua, ¿imaginas lo que podríamos conseguir si nos habláramos bien? Si deseáramos, sintiéramos y proyectáramos con buena intención y desde la armonía? Cada palabra que sale de nuestros labios es el símbolo más poderoso que existe, el arma más letal o más sanadora, siendo capaz de modificar incluso la estructura celular del agua que contiene nuestro cuerpo. Con una sola palabra podemos sembrar una duda que al otro le corroa el alma, podemos hacer una herida que no se olvide nunca o podemos, por el contrario sembrar la confianza, la satisfacción, la seguridad, el amor.